En estas últimas semanas, a propósito de la pandemia de COVID-19, todos hemos recibido una cantidad apabullante de noticias y datos a través de medios formales e informales. Particularmente, aquellos como nosotros vinculados de alguna manera también a la pandemia de las demencias, hemos visto, escuchado y leído a un sinfín de personas, personalidades y personajes opinando sobre el tema en cuestión y además sobre la específica repercusión en adultos mayores y en personas que padecen trastornos cognitivos. Lo anterior nos lleva al riesgo de padecer una infoxicación, término que se acuñó para describir el síndrome de fatiga por exceso de información, es decir, corremos el riego de terminar agotados y desorientados sin poder discriminar lo esencial y valioso de lo falso e inadecuado.

Entonces, el objetivo de esta comunicación es intentar clarificar y sintetizar en forma breve lo que es indispensable de conocer en relación al manejo puntual y correcto de esta combinación inédita de demencia y cuarentena por coronavirus.

 

Acerca de los pacientes

Un primer desafío que enfrentamos al tratar personas con demencia, es que por su particular condición, tienen evidentes desventajas para adherir a las recomendaciones básicas de autocuidado destinadas a mitigar el riesgo de contagio, entiéndase lavado frecuente de manos o uso apropiado de mascarillas. Desde luego, hay que tener en cuenta que la enfermedad demenciante y cualquiera sea su causa transcurre por distintas etapas de severidad, desde muy leve con suficiente razonamiento y autonomía  hasta avanzada o terminal con dependencia completa, lo que determina que el nivel de exposición y defensa frente a la amenaza será muy variable. Asimismo, debe considerarse que el lugar donde se habite, sea su propio hogar o en una residencia de larga estadía, más los recursos humanos o materiales con que se cuente, pueden influir decisivamente en la oportunidad y calidad de las atenciones sanitarias y psicosociales que se dispongan.

El segundo problema referido a los pacientes es que las personas que más sufren demencia son individuos mayores, es decir, personas con consabida carga de  enfermedades concomitantes, polifarmacia y fragilidad lo que los transforma en sujetos doblemente vulnerables. Vinculado con esto y entre otras desventajas, estos pacientes suelen no reportar con la suficiente precocidad y claridad manifestaciones tempranas de descompensaciones de sus propias enfermedades de base o en esta ocasión, por ejemplo los síntomas iniciales de una infección respiratoria como la del COVID-19. Adicionalmente, y es muy importante tenerlo presente, con frecuencia las personas mayores ya con deterioro de sus capacidades intelectuales suelen alertarnos de un cambio relevante en su condición a través de un incremento de su confusión mental, fenómeno difícil de interpretar clínicamente ya que podría corresponder solo a una simple incomodidad ambiental  o por el contrario, justamente el inicio clínico de una grave infección por coronavirus.

 

Acerca de los cuidadores y familiares

Naturalmente, cuidadores y familiares ya sobrecargados física y emocionalmente por la preocupación y cuidado cotidiano de personas frágiles y dependientes deben sumar ahora, por las exigencias de la cuarentena, la angustia de extremar cuidados para no enfermarse ellos mismos modificando drásticamente rutinas que ya eran muy complejas. En estas circunstancias, se hará más necesario que nunca contar con protocolos básicos de manejo de emergencias (teléfonos de contacto, redes de apoyo, suministro de insumos, etc.) y siempre con planes y procedimientos alternativos, fáciles de entender y aplicar.

Asimismo, debido al incremento de ansiedad que tendrá la persona que se dedica a cuidar habrá que extremar el autocuidado mental, aceptando conversar con amistades, recibiendo consejería psicoterapéutica y aprovechando al máximo pequeños espacios de recreación o relajación. Recordar que la automedicación con tranquilizantes o el incremento del tabaquismo o ingesta de alcohol solo afectará más la propia salud.

Qué hacer frente a ciertas situaciones concretas

Como están limitadas las visitas, las actividades grupales, las salidas a pasear y la asistencia a centros diurnos habrá que hacer un esfuerzo mayor por mantener las rutinas cotidianas extremando la creatividad para que pacientes conserven el distanciamiento social y se mantengan ocupados en actividades estimulantes (colaboración en actividades de aseo, de cocina, de jardinería, de cuidado de mascota, etc.)

Ante la eventual inquietud del paciente por ciertos cambios ambientales y conducta de sus cuidadores, por ejemplo el uso de mascarillas, hay que dar explicaciones breves y simples: “está llegando el invierno y no quiero contagiarte”, “los doctores lo recomiendan en la televisión”. Es importante intentar no transmitir temor o angustia y preservar el sentido del humor

Los hábitos de autocuidado como la protección ante la tos o estornudos o el lavado de manos deben enseñarse personalmente con el ejemplo y con la ayuda de carteles y dibujos simples colocados en diferentes espacios del hogar

Para atenuar el aislamiento social se deben promover las llamadas telefónicas por parte de familiares o amistades significativas. El uso de tecnologías para videollamadas, no siempre bien asimilada por personas mayores con deterioro cognitivo, también puede ser una alternativa

Lo ideal es mantener siempre con luz natural el ambiente. Tratar de mantener rutinas de estimulación cognitiva y de actividad física. Siempre puede ser útil observar y conversar de fotos u objetos antiguos con significado, revisar diarios o revistas del pasado, escuchar canciones antiguas, jugar juegos de salón. Hay numerosas rutinas de ejercicios físicos simples y de baile para personas mayores disponibles en internet

En el caso de insistencia por salir fuera de la casa, lo primero es intentar explicar que por ahora no conviene hacerlo porque existe el riesgo de enfermarse y que este gesto es para beneficio de todas las familias. Luego se debe tratar de escuchar el motivo de su insistencia y si fuera, por ejemplo, “por necesidad de tomar aire” se puede ofrecer la alternativa de sentarlo al lado de una ventana abierta

Si el paciente se inquieta porque se acerca la hora de alguna habitual actividad grupal o asistencia a un centro diurno, se aconseja anticiparse ofreciéndole la posibilidad de salir al exterior de la casa y hablarle de la experiencia de sentir, viendo, escuchando u oliendo el jardín o el ambiente próximo

En caso de agitación, lo primero es recordar que no todo se resuelve con drogas tranquilizantes y que éstas producen muchos efectos secundarios. Lo primero es tratar de esclarecer el factor desencadenante e intentar resolverlo. No se recomienda la contención física y ésta puede ser reemplazada por el aislamiento, con chequeo constante, en su habitación

Autor:

Patricio Fuentes Guglielmetti

Medico Neurólogo

Profesor asociado

Universidad de Chile